…Y vaya que nos hace falta tanto que cantar
“Hoy necesito toda la noche para contar lo que
he escrito acerca de los que comercian con la música sencilla y reciclada
y que nunca dice nada, será que no tienen nada que decir. Como quisiera,
ver que el artista está buscando la manera de hablar de todo
lo que se ha vuelto importante y aun así nada es bastante, aún nos falta
y vaya si nos falta tanto que cantar.”
Fernando Delgadillo
Estás últimas semanas hemos sido testigos de cómo el mundo y nuestra nación sigue y seguirá transformándose en tan poco tiempo entre palabras, discursos y falsas promesas de cambio. Bombas y gases destruyendo el futuro, naciones obstinadas por demostrar su supremacía bélica y ciudadanos pasmados desde sus trincheras en las redes sociales. Acuerdos firmados por los mismos que forman el poder del poder, seres que niegan y temen la libertad del alma y el cuerpo con sus declaraciones en medios de comunicación. Adolescentes envilecidos por las redes y falsas visiones de progreso.
Consumidores y consumidos por una cultura del desprecio. Entre todo esto y más, cabe preguntar ¿Qué están y estamos haciendo los músicos para contrarrestar todo esto? ¿Existe alguna forma de cambiar? La música como experiencia sonora, puede ayudarnos, ya sea como creador o como escucha a transformar nuestra realidad, dado que se utiliza como materia prima las emociones. A través de estas conexiones podemos sensibilizarnos y posiblemente cambiar la complejidad de nuestro entorno. Tal vez puede sonar romántico e incluso ingenuo, pero si recordamos las sensaciones que nos provocó escuchar la última vez nuestra canción o disco favorito o recordar el último concierto o tocada al que asistimos, podemos encontrar posibilidad de cambio.
¿Qué dicen nuestras canciones, nuestras composiciones? ¿Qué dicen las letras y sonidos de las escenas emergentes de nuestro país, de nuestro mundo? Le seguimos cantando al amor, al desamor a las cosas bellas o las cosas viscerales y sin importancia o estamos encontrando la manera de hablar de las cosas que son de verdad importantes. Cada quien tendrá su respuesta a esta pregunta tan complicada. Por su puesto, existen propuestas musicales que están buscando la manera de hablar, gritar y cantar sobre las cosas que valen la pena de verdad, en contra de la música sencilla y reciclada, (así lo diría Fernando Delgadillo), pero queda más que realizar estimado lector, a todos los que queremos, amamos, creamos o participamos de alguna u otra forma en la música de nuestro país y en el mundo, queda construir nuevas alternativas, una responsabilidad compartida.
Trabajar por las nuevas propuestas, ser un buen escucha, un buen espectador, pagar por las entradas, compartir lo que nos gusta, guiar a los que están a nuestro lado. Como músico o creador, creer en nuestros proyectos, en nuestro sonido, en nuestra propuesta, invertir horas de práctica y estudio, que el fruto de nuestro trabajo, de nuestro sonido, de nuestras reflexiones sobre la música sea el inicio de algo que podamos estar orgullosos y sea el inicio de la transformación, que al final, vaya que nos hace falta, nos hace falta tanto a que cantar.
Charles Gnomosky