Björk no tiene la culpa… pero sí el presidente

«Björk no tiene la culpa» / El asunto no es el precio de un boleto, sino que cada vez lo pague menos gente. / Lo primero ha sido injusto a través del tiempo, lo segundo es un problema urgente. / De nuestros males el reflejo, se llama pobreza, y en todos los niveles crece. / Björk no tiene la culpa, pero sí el presidente.”

Alonso Arreola

 

Hace un par de días se anunció que la multifacética Björk visitará por primera vez la Ciudad de México, con ello las alegrías y emociones no se hicieron esperar, hasta que nos enteramos del precio de las entradas, (de $700 a $6500 pesos, claro, sin cargos de servicios), un precio excesivo en comparación con la media del costo de los conciertos en la ciudad. A pesar de que muchas personas destinaron su quincena, sus ahorros o el último pico de su aguinaldo, para sorpresa de propios y extraños los tickets se acabaron a los pocos minutos de su salida en preventa. El asunto, como lo menciona mi estimado Alonso Arreola, no es el precio del boleto, sino que cada vez menos personas puedan pagarlo.

Los esfuerzos para comprar un boleto y asistir a un concierto cada vez serán mayores, los salarios no suben pero los precios de todo sí, una economía mexicana cada vez más descastada y una constante en el aumento del dólar.

¿Qué podemos esperar durante los siguientes meses?

Nos encontramos en una crisis económica, la cual refleja una desigualdad de oportunidades, con ello, un golpe duro a la cultura y a la posibilidad de acceso al entretenimiento, no sólo musical, sino al acceso de todas las expresiones artísticas. Unos cuantos con mayor poder adquisitivo podrán pagar el alto costo de las producciones extranjeras como nacionales, ¿el por qué? La mayoría de producciones de alto nivel son cotizadas en dólares y cuando se espera que el billete verde llegue hasta los 25 pesos durante este año, los costos cada vez serán mayores

Una crisis que a todos nos toca, a todos los amantes de la música, a todos los que disfrutamos de vivir la experiencia de asistir a un concierto o comprar un disco. No sólo es el boleto de entrada, sino todo el gasto que representa asistir a un evento: transportación, ya sea en auto propio o en trasporte público o privado (y ahora con la gasolina cada vez más cara), alimentación, souvenir y demás gastos que giran alrededor de la experiencia de asistir a un concierto.

Nos adentramos temporadas oscuras y complicadas en donde el dinero se diluye como sal en el agua. Los siguientes espectáculos y músicos que lleguen a la Ciudad de México a deleitarnos serán más caros, en donde unos cuantos serán los que puedan costear la experiencia.

Es cierto, Björk no tiene la culpa del costo excesivo de sus boletos… pero sí el presidente.

 Charles Gnomosky

 

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