The Winery Dogs o la llamada a la virtud

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La audiencia del Auditorio BB fue testigo de cómo la noche del 7 de mayo hubo un derroche del virtuosismo que caracteriza el singular sonido de The Winery Dogsy OBESITY, banda mexicana que tuvo a su cargo la apertura del concierto. Tanto Obesity como el súper grupo The Winery Dogs integrado por Mike Portnoy Billy Sheehan y Richie Kotzen, nos dio una cátedra de la disciplina y trabajo que implican desarrollar una virtud musical.
 
Obesity no solo es una banda virtuosa y robusta; es quizá por mucho una de las mejores y más prometedoras bandas del progresivo mexicano, el talento de sus músicos los ha hecho merecedores de compartir el telón con grandes músicos y abrir la presentación de The Winery Dogs no es una casualidad. Estamos frente a un grupo de jóvenes talentosos que con su disciplina y entusiasmo nos muestran que la escena mexicana de la música es cada vez más fresca y que renovó  los sonidos ya conocidos. El estilo progresivo de la banda mexicana le ha valido ser considerada una de las mejores y más respetadas por la escena contemporánea del metal progresivo. Obesity hizo gala frente a la audiencia y a The Winery Dogs éxitos como 9-11, Flock o Patrik, solo por mencionar las rolas más potentes y gustadas por la mayoría del público. Los aplausos de la gente nos confirma que si se puede ser profeta en la propia tierra.
 
Pasadas las 9:00 de la noche salieron al escenario Mike Portnoy, Bill Sheehan y Richie Kotzen. El trabajo de los ingenieros de sonido no podría pasar desapercibido para lograr la brillantez y claridad del sonido que la banda esperaba expresar. La magia con que inició The Winery Dogs: Gaslight, resultó ser la gran apertura, creando altas expectativas por lo valioso de la producción del diseño sonoro que contribuyó a hacer más grande la escucha y por la magistralidad de las ejecuciones. Las expectativas eran altas en el público así que lo que siguiera después de esta pieza tendría que estar a la altura. Sin duda fue así: a esta canción le siguieron piezas como Xanadu que luce por su ejercicio jazzístico, Captain Love con un sonido más heavy , Hot Streak, Desire, Breakthrough, etc.
 
La magistralidad es una suma de varias partes, si bien The Winery Dogs es un conjunto de virtuosos mientras que en lo individual no dejan pasar muestras de lo buenos ejecutantes que son.
 
En cada una de las canciones la tesitura de Kotzen nos hizo sentir la pasión que tiene como cantante y el ardor de guitarrista. Una voz inconfundible, y por más que supongamos que estamos escuchando a Chris Cornell, no hay que perder de vista o ser injustos al reconocer la personalidad de Kotzen como cantante y situarlo en el lugar que merece. En canciones como Breakthrough la voz de Kotzen ocila entre lo más grave y la suavidad de una tesitura única y eso nos lo dejó claro, ¡Había que cerrar los ojos para sentir toda esa emoción cantada! Y también había que sentir en Oblivion que su voz no tiene comparación y se distingue por su estilo único.
 
La tecnicidad del bajo de Bill Sheehan impresiona, no sólo por la manera en que lo ejecuta, sino también porque tal tecnicidad no es solo cosa de práctica, también cuenta el expresar la pasión por todo cuanto quiere decirnos y hacer hablar al bajo como si fuera una extensión de las palabras que no puede gritar en ese momento. Por ello, no sorprende que nos dejara boquiabiertos con su solo de bajo por lo brillante y la constancia del gran sonido del instrumento, sus solos reafirman la calidad de un músico apasionado.
 
Todo el concierto nos tuvo con el alma en vilo, pero cuando llegó Elevate la locura estalló: la batería de Portnoy abrió magistralmente, el bajo con un tempo y equilibrio en perfecto diálogo con la guitarra nos hicieron estallar de emoción: mientras la voz prendida de Kotzen hizo bailar nuestras emociones para finalmente pasar al estallido de aplausos y gritos de agradecimiento y placer por escuchar a tan buenos músicos.
 
The Winery Dogs nos dio hora y media de clínica de lo que implica ser un músico y un súper grupo dedicado y disciplinado que despliega sus energías, habilidades y pasión en el escenario, dejándonos claro que la magistralidad es un tema serio que merece ser reconocido y admirado. The Winery Dogs nos regaló una noche espectacular, junto con una enorme satisfacción por sus ejecuciones, su pasión en el escenario y su dedicación al crear música que pone de buenas.
 
Texto : Claudia Mosqueda / Fotorock21

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